La República Dominicana debe fortalecer sus mecanismos de inteligencia, monitoreo y cooperación regional, para garantizar que la fe no sea utilizada como vehículo del extremismo o el crimen transnacional.
POR RYN
PUBLICADO EL 28 DE Oct DE 2025 04:24 PM
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En los últimos años, Haití ha registrado un crecimiento notable en la presencia de mezquitas y comunidades islámicas, lo que ha despertado atención tanto a nivel local como internacional. Si bien la libertad religiosa es un derecho fundamental, diversos analistas han expresado su preocupación por el posible aprovechamiento de este crecimiento por parte de células extremistas, considerando el contexto de vulnerabilidad política, social y económica que atraviesa Haití.
El islam ha ido ganando presencia en Haití, país históricamente influenciado por creencias cristianas y prácticas sincréticas como el vudú. El aumento de mezquitas responde a un crecimiento natural de comunidades islámicas, muchas de ellas impulsadas por inmigrantes, ONGs extranjeras y movimientos religiosos internacionales. No obstante, la falta de regulación clara y la fragilidad institucional han abierto espacios para que sectores más radicales operen con escasa supervisión.
La República Dominicana y Haití comparten una frontera de 380 kilómetros, porosa y difícil de controlar. Esto facilita el tráfico irregular de personas, armas y mercancías. En este contexto, la instalación de mezquitas financiadas por organizaciones extranjeras, sin mecanismos de supervisión transparentes, genera alertas sobre posibles focos de radicalización. La combinación de pobreza, debilidad institucional y vacío de gobernanza en Haití crea un terreno fértil para influencias ideológicas externas.
La profunda crisis institucional y económica de Haití ha debilitado la capacidad del Estado para controlar su territorio. Esto ha permitido que actores externos e internos, a menudo con intereses ideológicos, intervengan libremente. La construcción de mezquitas con fondos extranjeros y sin regulación estatal ha crecido de forma silenciosa. En este vacío de poder, estructuras religiosas extremistas podrían funcionar como canales de adoctrinamiento y reclutamiento, especialmente entre jóvenes en situación de vulnerabilidad.
La posibilidad de que Haití sea utilizado como plataforma para grupos extremistas internacionales tendría consecuencias directas para la seguridad dominicana. El uso de mezquitas como fachada para actividades encubiertas o como centros de radicalización representa una amenaza potencial a la estabilidad interna, la paz social y el control fronterizo.
Según el Informe Ejecutivo 2015-2020 sobre la Evaluación Nacional de Riesgo de la Unidad de Análisis Financiero (UAF), se identifican varias vulnerabilidades en la frontera dominico-haitiana que podrían ser explotadas para el financiamiento del terrorismo:
Actualmente operan al menos cinco mezquitas registradas en territorio dominicano, las cuales se distribuyen en distintas regiones del país:
1. Mezquita Al Noor – Santo Domingo
2. Mezquita Nur Al-Din – Santiago
3. Mezquita en San Pedro de Macorís
4. Mezquita en La Vega
5. Mezquita Nurul Islam – Punta Cana, Bávaro (en construcción)
Conclusión
La proliferación de mezquitas en la isla La Española es un fenómeno que debe analizarse con objetividad, respeto religioso y un enfoque de seguridad nacional. Aunque el derecho al culto es fundamental, el contexto de inestabilidad y la debilidad institucional haitiana no deben ser ignorados. Esto, sumado al financiamiento extranjero y falta de supervisión, representa un riesgo que podría ser aprovechado por sectores radicales. La República Dominicana debe fortalecer sus mecanismos de inteligencia, monitoreo y cooperación regional, para garantizar que la fe no sea utilizada como vehículo del extremismo o el crimen transnacional.
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